Los entornos rurales están cada vez más deshabitados. Las ciudades crecen al mismo ritmo que los pueblos y los lugares de montaña van reduciendo sus habitantes. La globalización actúa tanto en nivel internacional como pequeña escala y cada vez más las personas se acostumbran a un estilo de vida más urbano, cargado de estrés, tráfico, contaminación y hábitos poco saludables. ¿Pero, por qué no volver a los orígenes? Hoy repasaremos algunos de los principales beneficios de vivir en la montaña para nuestra salud. ¡Manos a la obra!
Menos estrés
Las ciudades están aumentando su medida, tanto en términos de superficie como de población. Este fenómeno tiene como consecuencia el aglutinamiento de las personas a las carreteras y edificios que hace que moverse por territorio urbano sea cada vez más difícil. Esto, sumado a un ritmo de vida frenético, hace que el estrés sea parte del día a día y las personas normalicen problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión.
Generalmente, este problema es menor en entornos de montaña donde el ritmo de vida acostumbra a ser más pausado. La ausencia de tráfico, una menor densidad de población, tener la natura bien cerca… son elementos que juegan un papel muy importante en la hora de desarrollar un estado mental óptimo por no solo “sobrevivir” al día a día, sino disfrutar de él.
Un aire más puro
Cada año aumentan las muertes a causa de la contaminación en todo el mundo. La deforestación y el imparable incremento de los vehículos de gasolina hacen que el aire se vuelva más y más irrespirable en entornos urbanos, donde la contaminación incluso se hace visible en el ojo.
Muchas ciudades han apostado por el cambio a través de restricciones de circulación y la creación de espacios verdes que ayuden a limpiar el aire, pero estas medidas parecen no ser suficientes. La montaña es un espacio verde en sí misma, que mantiene el aire limpio y disminuye sensiblemente la aparición de enfermedades relacionadas con la contaminación de sus habitantes.
De hecho, el aire en Andorra es excelente. Así lo demuestran las estaciones de control de calidad del aire que están repartidas por el territorio e indican los niveles de contaminación en cada punto del país.
Comida y agua naturales
Respirar, comer y beber son las tres únicas cosas que no podemos dejar de hacer, así que vale más que las sustancias que entran en nuestro cuerpo sean naturales y tengan los mínimos componentes químicos posibles. En este aspecto, los productos alimentarios de proximidad en la montaña garantizan una calidad y una pureza inigualables, puesto que no requieren conservantes y, generalmente, no son producidos en masa, por lo cual suelen tener más aditivos.
Una cosa parecida pasa con el agua. Las aguas de las ciudades acostumbran a estar más contaminadas y necesitan un proceso de descontaminación que incluye cloro y otras sustancias porque pueda ser consumida. Por el contrario, el agua del grifo a los lugares de montaña es más pura, puesto que sale a fuentes muy próximas y cuenta con procesos de filtraje naturales.
Medicina alternativa
Por último, hace falta no ignorar el poder que tiene la medicina natural sobre nuestro cuerpo, especialmente para tratar problemas de salud leves. La natura es una fuente de vida que cuenta con una enorme variedad de plantas medicinales para todo tipo de males. Si bien siempre es recomendable ir al médico cuando se sufre un problema de salud, los dolores de cabeza, dolores musculares, resfriados y otros problemas no severos tienen en la medicina natural una solución sana y natural sin químicos.
Los entornos naturales cada vez están más despoblados y las personas encuentran en ellos un lugar de desconexión donde relajarse y cargar pilas para poder continuar con un ritmo frenético y un estilo de vida poco saludable en las grandes ciudades. Pero hay que recordar que vivir en la montaña es sinónimo de salud y bienestar, tanto físico como mental.